Los antecedentes históricos entre España y Cuba

Cuando la gente habla sobre las relaciones históricas entre Cuba y España lo primero que le suele venir a la cabeza es la Guerra Hispano-Estadounidense. La conflagración entre los Estados Unidos y España se dio en 1898 y concluyó con el fin del dominio colonial español en América. A raíz de esto, Estados Unidos adquirió parte del territorio Pacífico occidental y Latinoamérica.

El origen de todo este conflicto tuvo lugar debido a la lucha por la independencia de Cuba, que comenzó tres años antes, en febrero del 95. Por un lado, España estaba aplicando medidas represivas con el objetivo de sofocar la rebelión, por el otro, el “periodismo amarillo”, que se caracterizaba por ser prensa sensacionalista, retrató estos sucesos de forma gráfica y llegaron a oídos de los estadounidenses. Los norteamericanos no tardaron en mostrar su apoyo a Cuba y a su causa rebelde.

Los cubanos hicieron notar rápidamente una creciente demanda por la intervención de Estados Unidos en el conflicto. Todo ello se vio reforzado tras el hundimiento en La Habana del acorazado USS Marine, enviado por los norteamericanos para proteger ciudadanos y propiedades estadounidenses.

Una declaración de guerra

Durante el mes de abril, España anunció su armisticio y accedió a conceder a Cuba ciertos poderes de autogobierno, aunque ciertamente limitados. Sin embargo, Estados Unidos no tardó en mostrar su firme apoyo al derecho de la independencia isleña y exigieron la retirada de las fuerzas armadas españolas. Autorizaron el uso de la fuerza al presidente McKinley para que la retirada se llevase a cabo y renunciaron a cualquier tipo de anexión con Cuba. Antes de que acabase el mes de abril, España y Estados Unidos se declararon la guerra mutuamente.

A partir de ese momento, la guerra tuvo unos colores muy claros. España no había preparado a sus ejércitos para un conflicto de semejante calibre contra una potencia como era, ya por aquel entonces, Estados Unidos. Nada más comenzar mayo de 1898, el comodoro George Dewey no tardó en derrotar la flota española en las Islas Filipinas, en Manila. Las bajas fueron desastrosas para los españoles, que perdieron casi 400 marinos, mientras que se estima que los estadunidenses sufrieron diez bajas.

El siguiente punto de acción fue protagonizado por el almirante Pascual Cervera, que comandaba la flota española del Caribe y se topó con un ejército a las órdenes del general William Shafter. A sus órdenes se encontraba un joven adjunto de la Marina Theodore Roosevelt y localizaron a los españoles en el puerto de Santiago de Cuba.

Las presiones de los estadounidenses obligaron a Cervera a abandonar el puerto. Los españoles trataron de huir hacia el oeste aprovechando el largo de la costa. Durante esta batalla, la flota de Cervera quedó arrasada. El puesto de Santiago se rindió a William Shafter un 17 de julio, fecha que supuso el ocaso de una breve pero importante guerra. Posteriormente, Theodore Roosvelt y sus compañeros dejaron históricas declaraciones sobre la batalla de San Juan Hill y la Guerra Hispanoamericana. Según estos relatos, se le restó importancia al importante papel que desempeñaron las tropas negras en la victoria estadounidense.

El Tratado de París

La Guerra Hispano-Estadounidense vio su final tras la firma del Tratado de París el 10 de diciembre de 1898, a las puertas de un nuevo siglo. En este documento, España renunciaba a cualquier forma de reclamación sobre Cuba. Además, también cedió Guam y Puerto Rico a los norteamericanos y la soberanía estadounidense sobre las Filipinas a cambio de la friolera de 20 millones de dólares.

Los filipinos que se habían revuelto contra el dominio español también se revelaron contra los nuevos soberanos en una nueva guerra que duró tres años, desde febrero de 1899 hasta 1902. En un balance entre estos dos conflictos, se estima que los estadounidenses sufrieron diez veces más bajas sofocando las insurgencias filipinas que en la guerra contra los españoles. La Guerra Hispano-Estadounidense, como toda beligerancia, tuvo un impacto notable:

  • En primer lugar, supuso un gran punto de inflexión para la historia de sus participantes, especialmente negativo para los españoles. España se vio obligada a olvidar sus aventuras marítimas, fue un adiós definitivo a las colonias y se centró en los procesos internos en la Península Ibérica. Es cierto que también supuso un periodo de renacimiento cultural y literario en el que se acuñó el dicho “más se perdió en Cuba”.
  • Por otro lado, Estados Unidos salió victorioso y se reafirmó como una gran potencia mundial con gran poderío marítimo y un nuevo enfoque político internacional. No tardarían en desempeñar papeles fundamentales para la historia de Europa y del resto del mundo.
  • Cuba, por su parte, consiguió su ansiada independencia y se irguió como una de las islas más importantes del Caribe y del mundo.